Mientras
que algunos
juegan
a las
trincheras de las palabras,
el otoño
regresara a los bolsillos
y los
sueños
se hunden
en barcos de papel.
Cuando
nos habíamos aprendido
todos
los slogans
vinieron
y
nos quitaron la sed.
Ahora
nos tecleábamos la piel
acariciándonos
con calma
el
silencio
de
los vencidos.