a bocanadas
y el deseo entraba en nuestra piel
como puñales de fuego.
Nos comíamos las bocas
a cucharadas
y no nos dejábamos un beso sin dar
ni un trozo de saliva sin prestar.
Nos comíamos la noche,
dejabamos la luna desnuda
y mientras el cielo se hacia carne
nos contábamos los tatuajes.
dejabamos la luna desnuda
y mientras el cielo se hacia carne
nos contábamos los tatuajes.
Nuestro amor se parecía
al batir de mil mariposas,
no paraba de abrir primaveras.
Muy lindo el poema.
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