Se abrieron las carnes
surgieron las banderas,
trapos azucarados
telas que plagian la memoria
y aparecieron las palabras heroicas
los gestos de espejo
las mentiras que atrapan sonrisas
los discursos del otro
y se creyeron
con el entusiasmo suficiente
para construirse nuevos sueños,
sin darse cuenta
que el mástil de sus esperanzas
guarda un recóndito secreto:
todas las banderas tienen el mismo dueño
y el mismo esclavo que las ondea.
Ufff!, cuando de verdad!,... para reflexionar,... y mucho.
ResponderEliminardetrás de cada bandera , sólo suele haber silencio
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